DEL AZUL DE LOS LAGOS DEL VALLE DEL RIFT, AL GRIS PLOMIZO DE LA CAPITAL ADDIS ABEBA
La falla del Rift, se abre paso resquebrajando toda África de arriba abajo, su inicio se encuentra regada por pequeños lagos repartidos por todo el territorio centro y sur del país, como el lago Awassa. Lugar en donde se entremezclan las azules aguas del lago, con él azul intenso, de un cielo limpio de nubes.
Infinidad de aves sobrevuelan acariciando con su plumaje, un agua quieta y placida, tan sólo el resoplar, de alguno de los enormes hipopótamos que habitan en este lugar, rompen ese mágico momento de paz y sosiego.
Decenas de pequeñas embarcaciones de pescadores, pintadas de estridentes colores, se pierden en el horizonte, entre la penumbra ocasionada por la falta de luz, cuando el sol decide partir hacia su descanso diario.
El país parece transformarse y perder su color, como si de una antigua película de blanco y negro se tratara, cuando uno se adentra en la inmensidad de su capital, Addis Abeba.
Un gris plomizo envuelve todo el ambiente, el gris oscuro de un asfalto, descarnado por el clima y la falta de mantenimiento, el gris sin personalidad de los innumerables edificios que emergen por toda la ciudad y sobre todo el gris del humo, provocado por la polución generada por un caótico tránsito de vehículos. Tan sólo el ir y venir de sus gentes, ataviadas con ropas de todos los colores y una enorme marea de taxis, con su característico color azul, dan una nota de color a una monótona ciudad.
